Hoy les quiero contar sobre algo positivo. ¿Qué es? Que sí se puede frenar el bullying, aunque muchos creen que es algo imposible hacer que un joven o una señorita pongan un alto al agresor ante un acoso escolar sin utilizar la violencia, es un error.
Hace unos meses conocí a la señora Rosalinda en una conferencia que dimos en el jardín de niños Mónica Pretelini donde iba su hijo, posteriormente ella nos invitó a dar una conferencia en un movimiento donde participa, en el que asistieron sus hijos Roberto de 5 años, Astrid de 18 años y Dana de 7 años, ahí escucharon la conferencia: ¿Qué es el bullying? Se les enseñó a hacer la “Posición de Guerrero”, que consta en sacar la voz del diafragma para poder decir “basta” ante las injusticias y “basta” al agresor de bullying, tal y como se muestra en el video.
Posteriormente en este mes que visitamos la escuela Prof. Francisco Ángel Vega Marchan, ubicada en el Municipio de Nicolás Romero en el Estado de México, Dana quien cursa segundo año de primaria recibió una mordida en su brazo por parte de uno de sus compañeros del salón de clases en la hora del receso, a lo cual ella reaccionó asustada y temerosa pues su compañero se volvió a avalnzar para volverla a morder. En ese momento ella recordó la “posición del guerrero” y dijo expulsando su voz desde el diafragma: “no me vuelvas a morder”, a lo cual el niño inmediatamente se hizo para atrás y Dana le dijo “te tengo que denunciar porque me lastimaste eso es lo que me enseñaron le voy a decir a la maestra” enseguida el niño comenzó a llorar para pedirle a Dana que no lo acusara. Ella por supuesto lo acusó, permitiendo así que las maestras hablaran con su agresor.
A lo largo de las diversas pláticas que ofrecemos en las escuelas los niños se acercan con nosotros para preguntarnos ¿cuál es el mejor consejo que les podemos ofrecer? Con base en lo que he podido observar, les comenté que pusieran mucha atención a lo que pasa alrededor de ellos, principalmente a los cambios que lleguen a notar dentro de su grupo de amigos.
Ellos muy curiosos me preguntaron ¿Por qué? A lo que les contesté:
Es muy común que cuando un niño o niña comienza a sufrir de “bullying” cambie su comportamiento, comienza a ser más callado(a), se le ve triste y no quiere ser partícipe de diversas actividades escolares o del grupo de amigos dentro de la escuela, se aísla y deja de comer a la hora del recreo. Todas estas acciones son indicadores de que un niño o niña está siendo víctima de “violencia escolar o bullying”.
Aunado a la situación por la que está pasando tiene miedo de acercarse a familiares y amigos, comúnmente por miedo a ser reprendido o regañado por no defenderse o por permitirse ser violentado por parte los demás. A todo esto, los pequeños me preguntan: ¿Y qué es lo que podemos hacer para ayudar a nuestro amigo?
Les contesté que ellos deben acercarse y demostrarle que no está solo y que la situación por la que está pasando tiene diversas soluciones, y que lo pueden ayudar demostrándole que lo respetan y lo quieren, ya que a los niños, niñas o jóvenes que sufren bullying, en todo momento se les debe demostrar confianza, y comentarles que se deben acercar y denunciar esta situación con los padres de familia, maestros y profesores e inclusive al director(a) de la escuela.
En los últimos días ha coincidido que he visto una película donde narran la historia de una chica a quien bulean, asistí a una obra de teatro donde presentan una situación de bullying, vi un cortometraje sobre bullying, veo noticias donde reportan casos de bullying, y en todos muestran las posibles consecuencias hacia las víctimas, los agresores y los cómplices o espectadores. Pero ¿Qué es lo que me tiene sorprendida de todo esto? Si bien, todos estos trabajos que implican mucho esfuerzo, dedicación y recursos tienen como uno de sus objetivos el llamar la atención de la sociedad en general para mostrar lo que está pasando con los niños, niñas y jóvenes en las escuelas y pongamos manos a la obra, me han parecido demasiado violentos. Y me pregunto si en realidad son necesarias las groserías, los insultos, los gritos, los golpes… que incluso lejos de invitar a la reflexión alteran los nervios, ¿Es acaso la forma que necesitamos para darnos cuenta de la realidad que hoy se vive en las escuelas y colegios en cuanto a violencia se refiere?
En general en cualquier forma que se presente, ya sea teatro, cine, como película o cortometraje, yo he salido con la misma impresión y con las mismas imágenes de haber visto groserías, insultos, golpes, bromas de muy mal gusto, suicidios como consecuencia de lo que la víctima vive a consecuencia del bullying. Sin embargo, ninguno de estos trabajos muestra el origen, el ¿Por qué?, ¿De dónde?, ¿Cómo es que un compañero puede albergar en su interior tanta saña, maldad, odio, coraje o como le quieran llamar? ¿Qué lo motiva?, ¿Qué originó esa forma de ser? A su vez, lo mismo me pregunto en el caso de la víctima ¿Que hay en él o ella que permite ese tipo de abusos?, ¿Qué le impide decir basta?, ¿Qué vive en su casa que no existe la confianza para pedir apoyo?, ¿Qué… qué…. qué?
El Bullying tiene como definición aquellas actitudes agresivas, intencionadas y repetidas, que ocurren sin motivación evidente, adoptadas por uno o más estudiantes contra otro u otros, en general se le conoce como acoso escolar y se presenta en niños de todas las edades y estatus socio - económico. El bullying podría entenderse como un fenómeno social que se ha presentado desde hace mucho tiempo, no es un problema reciente, la diferencia es que hoy en día existen ciertos factores que fungen el papel de detonadores, tal como la evolución de la tecnología, el crecimiento exponencial de la población mundial, las abismales diferencias sociales, entre otras cosas que provocan que se presente de una forma más agresiva y constante.
Uno de los efectos del acoso escolar es que puede tener consecuencias tan graves como cambiar la personalidad de la víctima, puede hacer que las personas que normalmente son seguras de sí mismas dejen de serlo y se conviertan en personas con una autoestima baja, tímidas e inseguras, su confianza podría desaparecer por completo, evitando que se relacionen con otros por miedo a ser rechazados o agredidos provocando un aislamiento tal que puede derivar en severas depresiones. Una vez que una persona ha sido víctima del bullying, empieza a dudar sobre participar en situaciones en las que pueda ser, a su parecer ridiculizado por ejemplo, hablar en público, dar su opinión en círculos sociales.
Dentro de mi experiencia como capacitadora de Fundación en Movimiento, A.C., me he encontrado con una constante entre los niños de 3 a 12 años a quienes les he impartido la conferencia “Qué es el bullying” y la campaña “Ser buena onda siempre está de moda” La constante a la que me refiero y que permea entre la mayoría de los pequeños son los sentimientos de pena y la sensación de miedo que sienten con respecto a decirles a sus papás que están siendo víctimas de bullying o acoso escolar. ¿Miedo a que los regañemos? ¿Miedo a que se sientan incomprendidos y no escuchados? ¿Miedo a que nos burlemos? ¿Miedo a que los amenacemos con que les vamos a pegar si no se defienden?
Sin duda, esta es una situación que nos invita a ponernos muy alertas como padres y madres, ya que en la mayoría de los casos somos los últimos en enterarnos de que nuestro hijo o hija se encuentra sufriendo de acoso escolar.
Ahora bien, he aquí algunas cosas que podemos hacer como papás para que nuestros hijos confíen en nosotros y no guarden silencio ante el bullying.
Que nuestros hijos confíen en que los vamos a escuchar y no los vamos a regañar ni a juzgar y mucho menos a pegarles. Comunicarnos con nuestros hijos no sólo los previene del bullying o acoso escolar sino de muchos otros peligros.
Educando a nuestros hijos para que digan no al maltrato ni a la discriminación hacia su persona. Si desde casa fomentamos en los niños el respeto por sí mismos y cultivamos su amor propio, tendremos niños más felices y seguros de sí mismos.
Educando a nuestros hijos en el respeto y el cuidado hacia sus iguales, sus padres, sus hermanos, sus pertenencias, sus mascotas, al medio ambiente y a la autoridad. Que sepan que si cometen una falta, habrá una sanción.
Investigadores de las Universidades de Oxford, Warwick y Bristol y el University College de Londres enviaron cuestionarios a miles de familias con niños menores de 12 años entre 2003 y 2004. Seis años más tarde contactaron de nuevo con ellos para evaluar su salud mental.
Si los niños tenían hermanos se les preguntó si eran intimidados por estos. En concreto, el cuestionario decía: "Esto significa que cuando un hermano o una hermana intenta enfadarte diciendo cosas desagradables e hirientes, o completamente te ignora de su grupo de amigos, te golpea, da patadas, empujones, dice mentiras sobre o inventa falsos rumores acerca de ti".
Investigaciones anteriores han sugerido que las víctimas de acoso escolar entre iguales pueden ser más susceptibles a la depresión, la ansiedad y las autolesiones.
Este estudio es el primero en examinar si la intimidación por parte de hermanos o hermanas en la infancia provocan los mismos problemas psiquiátricos en la edad adulta temprana.
Al conocerse los resultados, una organización caritativa dijo que los padres deben hacer frente a la rivalidad entre hermanos antes de que aumente.
"Dos veces más probable"
La mayoría de los 7.000 niños consultados dijeron que no habían experimentado intimidación. De éstos, a los 18 años, 6,4% tenían síntomas de depresión, del 9,3% experimentaban ansiedad y el 7,6% se había autolesionado en el año anterior.
El estudio halló que los 786 niños que dijeron que habían sido intimidados por un hermano varias veces por semana eran dos veces más propensos a tener depresión, autolesionarse y sufrir ansiedad.