CHIHUAHUA, Chih. Familiares, vecinos y amigos de Cristopher Raymundo Márquez, el niño que fue asesinado por cinco adolescentes el jueves pasado, advirtieron que quieren justicia y que de no tenerla la tomarán por mano propia.
Con dolor, coraje e indignación rechazaron la versión de que los menores agresores “jugaban a un secuestro”, ya que mataron a su víctima, el pequeño de seis años a quien además de estrangular, apuñalar, lapidar e inhumar, le arrancaron los cachetes y los ojos, afirmaron las tías de Cristopher Raymundo.
Tania Concepción Mora Alvarado, madre de Cristopher Márquez, recriminó que las autoridades pretendan soltar a los responsables del homicidio de su hijo:
“¿Cómo los van a soltar, no es un perro que hayan agarrado así nomás, es un niño que mataron con saña”.
Dijo que hasta ahora no le han explicado por qué lo hicieron y no logra entender cómo los mismos agresores de su hijo y sus familias la acompañaron a buscarlo durante las horas que estuvo desaparecido.
Cristopher fue velado en la funeraria Nueva Luz, en la colonia Ávalos de esta ciudad. Tania Concepción adquirió el servicio a crédito y con la cooperación de gente que la ha apoyado.
Afuera de la funeraria, entre el dolor y la rabia, con pancartas en mano y automóviles pintados, los familiares de Cristopher exigieron “Que paguen los culpables, aunque sean niños”, “No mataron un perro, era un niño de tan solo seis años”, “Que no los dejen libres, que paguen”, “No fue un juego, que paguen”, “Justicia para este angelito”, entre otros reclamos.
El cuerpo del niño no podía ser sepultado este lunes pues presentaba avanzada descomposición, debido a que sus agresores lo metieron a una bolsa y le colocaron un perro muerto encima de él.
La misa fue oficiada a las 13:00 horas en el templo de Santa Eulalia, en Aquiles Serdán, a unos 20 minutos de esta capital.
El cuerpo de Cristopher fue sepultado en el panteón municipal de Aquiles Serdán, pueblo del que es originaria su familia materna.
Su madre parecía fuerte, aunque por momentos se quebraba. Su mirada estaba ausente. Al entrar al modesto panteón, ella misma dirigió la carroza al lugar asignado para su hijo quien reposaba en un ataúd blanco. Al llegar a la fosa, la mujer se resistía a soltar a su único hijo varón, el mayor de dos hijas más.
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