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El pasado martes 1 de noviembre de 2022, se presentó un incidente en la preparatoria del Tecnológico de Monterrey, plantel Santa Fe en la Ciudad de México. En redes sociales se viralizó un video en el que se ve a un alumno de la institución, amenazando a otro con un objeto punzocortante.

El caso tiene un trasfondo y por eso nos interesa resaltar la importancia de conocer el contexto antes de emitir una opinión. Diversas fuentes, capturas de pantalla, testimonios evidencian que el constante acoso que sufría el menor que sostenía la navaja fue lo que lo orilló a agredir al otro. “Negro y pobre” son las palabras que constantemente escuchaba y a pesar de haber denunciado múltiples veces, recurrió a buscar una solución por su propia mano.

Mediante un comunicado, el Tec reiteró la tolerancia cero a la violencia, motivo por el cual se generó la expulsión de ambos, tanto del estudiante que recibió la violencia como de quien la generó. Además, se mostraron las nuevas medidas que se tomarán para evitar que este tipo de casos se repitan; entre ellas está el implementar detectores de metales y protocolos de “mochila segura”.

Esta situación es tan sólo una más de las que a diario se presentan lamentablemente “con normalidad” y nos permite comprender la importancia de detectar los problemas de raíz y darles solución desde etapas tempranas para no tener que llegar a actos de gravedad como el que sucedió: no olvidemos que ¡pudo ser peor!

Aquí la pregunta es: ¿quién es el culpable?

Es evidente que nadie debe de ser molestado ni acosado por ningún aspecto o circunstancia, así como es obligación de las autoridades reconocer que estos hechos suceden y que es urgente actuar de manera pertinente y eficaz. Sin embargo, también hace falta que los estudiantes desarrollen habilidades para poder interactuar de forma empática e inclusiva en sus círculos de socialización.

En la etapa escolar es muy común que los adultos, autoridades o los mismos estudiantes no presten importancia cuando les toque presenciar una agresión física o verbal, al contrario, llegan a normalizarlo con justificaciones como “es muy común que así jueguen” o que incluso se limiten a grabar con su celular, pero la violencia no debe ser normalizada en ningún momento.

Tomemos este caso para reflexionar y comenzar a observar qué sucede a nuestro alrededor, no dejar pasar por alto ninguna señal de bullying y prestar nuestra ayuda cuando es requerida.

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