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En una telesecundaria de Querétaro, Juan Pablo, estudiante de 14 años fue quemado por algunos de sus compañeros por ser de origen indígena y no dominar el español. El cruel ataque sucedió en el Instituto Josefa Vergara, ubicado en la comunidad El Salitre. Mientras que Juan Pablo se encuentra grave en el hospital, sus padres exigen justicia a las autoridades, pues su maestra tenía conocimiento del bullying que sufría y también era parte de la violencia.

La Fiscalía confirmó que ya existía una denuncia registrada el pasado 7 de junio, pero aún no se le había dado seguimiento. Los servicios periciales han valorado las lesiones provocadas contra Juan Pablo y se dará continuidad al proceso penal hasta que se aclaren los hechos.

Juan Zamorano, padre del adolescente, informó que desde enero Juan Pablo se negaba a asistir a la escuela y que, aunque solicitaron apoyo a la directora para cambiarlo del salón, le negaron el apoyo y se sumaron al acoso, burlas y discriminación en contra del menor y su familia.

¿Qué otro acto de brutalidad tiene que pasar para que las autoridades y los padres de familia se den cuenta de que el bullying es un tema urgente para atender? Los menores de edad están replicando con normalidad lo que ven en redes sociales y los ejemplos que reciben de la sociedad. Hace algunos días compartimos un artículo sobre cómo el libre acceso al internet, la falta de supervisión y la falta de autogestión de los adultos (que son ejemplo para los menores de edad) están haciendo que el acoso en las escuelas sea mucho más violento de lo que solía ser antes de la pandemia.

Estamos en un caos: evadimos la responsabilidad. Por años, los padres de familia culpaban a los docentes por los hábitos negativos de sus hij@s, asumiéndolos como “responsables” de la educación, pero ahora que los estudiantes pasaron casi 2 años en casa, son los docentes quienes culpan a madres y padres de familia. Entonces, ¿de quién es la responsabilidad?

Es fácil mirar hacia afuera, somos testigos del incremento de la violencia que se está viviendo, sobre todo desde edades muy tempranas y seguimos ignorando este grave problema pensando que nuestros problemas de adulto son más importantes (pagar cuentas, irse de vacaciones, lidiar con el estrés de la vida diaria), pero se nos está olvidando que una de nuestras tareas diarias es educar a las nuevas generaciones, inculcándoles valores y habilidades socioemocionales que les sirvan para saber enfrentar situaciones adversas y saber cómo ser empáticos con aquellos que sufren.

Partamos de reconocer, que (no sólo los menores de edad, sino los adultos también) tenemos miedo a levantar la voz porque en automático nos convierte en “la próxima víctima”, pero si seguimos actuando desde el miedo, serán nuestras hijas e hijos quienes tengan que padecer actos inhumanos de violencia como lo está padeciendo Juan Pablo.

Si seguimos eligiendo viralizar memes absurdos o influencers que no aportan nada de valor a la sociedad, en lugar de levantar la voz para que el bullying sea un problema visible ante las autoridades, entonces nos tardaremos más en lograr que se creen leyes que protejan a niñas, niños y adolescentes.

Te invitamos a que no esperes a que sea el gobierno quien haga algo, no esperes a que sea la escuela quien fomente valores, no esperes a que tenga que suceder una tragedia para aportar tu granito de arena. Sé ejemplo y enseña asertividad, empatía, solidaridad, autoestima, autocuidado y, sobre todo, ayúdanos a forjar una cultura de Paz en nuestra sociedad, ¡Puedes empezar contigo mism@ y desde tu hogar!

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